Al menos, eso es lo que está investigando uno de los recientes estudios del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, dirigidos por un médico del Johns Hopkins de Baltimore (EE UU), quien ha conseguido con la ayuda de estos roedores lo que él cree que se podría calificar como “el primer caso de un cáncer avanzado de páncreas que se ha curado”.
Los ratones desempeñaron un papel relevante: se le trasplantó el tumor que se había quitado al paciente, y así se pudo ensayar en él qué fármaco funcionaba, sin que tuviera que exponerse a tratamientos costosos y penosos con graves efectos secundarios. El beneficiario fue Mark Gregoire, quien ahora tiene 65 años. “Llegó al hospital en silla de ruedas. Era más un candidato a cuidados paliativos que a un intento de cura”, recuerda Hidalgo.
A Gregoire le habían pronosticado en mayo de 2006 unas pocas semanas de vida. Tenía 61 años, un agresivo cáncer de páncreas y pocas esperanzas de supervivencia. Mark no estaba contento con la atención que había recibido en el centro médico de Miami en el que se le estaba tratando, así que decidió contactar con el Johns Hopkins, en Baltimore, donde su hermano había acudido y en el que había quedado bastante contento. Lo normal es que Gregoire hubiera sufrido el mismo desenlace que sus hermanos. El cáncer de páncreas es de los que peor diagnóstico tiene. El 95% de los pacientes fallece, indica Hidalgo.
A los ratones a los que se le había implantado el tumor de Mark se les sometió a distintos tratamientos dos veces por semana durante cuatro semanas. El más efectivo resultó ser la mitomicina C, un medicamento que previene la multiplicación de las células tumorales creando puentes en la doble hélice del ADN. Mientras tanto, a Mark se le había sometido a un tratamiento con quimioterapia y gemcitabina que había resultado ineficaz. La enfermedad había comenzado a hacer mella en él.
Los doctores decidieron tratar a Mark con mitomicina C, por ser el remedio más efectivo sobre los ratones. Durante cuatro meses se le administró ese medicamento, lo que provocó que sus marcadores tumorales en sangre decrecieran un 50% por mes, hasta la desaparición total del tumor en el páncreas. Mientras tanto, y debido a los efectos secundarios del tratamiento, se le administraron analgésicos, que abandonó 12 meses después de salir del quirófano.
fuente: www.bitacoramedica.com
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