Los participantes del primer grupo aseguraron sentirse menos llenos tras el almuerzo, y treinta minutos más tarde tomaron el doble de snacks que sus compañeros del segundo grupo. Además, cuando al final del experimento se les pidió que recordaran qué habían tomado les fallaba la memoria.
Jeff Brunstrom, coautor del trabajo publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, señala que la memoria y la atención juegan un papel muy importante en la regulación del apetito y la cantidad de comida que consumimos.
Por tal motivo, concluyen los expertos, las distracciones mientras comemos pueden provocar un aumento de la cantidad de comida que ingerimos a lo largo del día, algo que ya se había observado en personas que comen mientras ven la televisión.
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