Los seres humanos somos capaces de percibir en torno a 10 mil olores diferentes. Sin embargo, la mitad de los genes responsables de esta capacidad olfativa han ido desapareciendo en gran parte de la población durante los últimos millones de años de historia de la especie humana. En un estudio publicado en PLoS Biology, Doron Lancet y sus colegas del Instituto Weizmann (Israel) analizaron este fenómeno midiendo la capacidad de distintos sujetos para detectar olores como el aroma a eucalipto, a menta verde, a plátano o a sudor.
De este modo identificaron un gen, el OR11H7P, asociado a la percepción del olor a sudor. Concretamente, este gen afecta a la sensibilidad olfativa al olor del ácido isovalérico, un ácido graso presente en el sudor humano y en el vinagre de madera.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que aquellas personas con una mutación que inactivaba la pareja de genes OR11H7P no se inmutaban ante el olor a sudor ni siquiera en una habitación cerrada y llena de gente. Por el contrario, quienes eran especialmente sensibles a este desagradable olor tenían al menos un gen de la pareja intacto.
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